Autor: Jen Clanahan
Obtener protección nacional para el área también ayudará a brindarles a los niños otra salida para explorar y conectarse con la naturaleza.
Hay muchos padres en Colorado que, como yo, están comenzando la difícil tarea de encontrar actividades para que sus hijos hagan durante las vacaciones de primavera, así como inscribirlos en campamentos y programas para el verano. Este año, me encuentro buscando actividades que se centren en conectar a los niños con la naturaleza. Debido a que el mundo de hoy presenta desafíos tan difíciles para los niños y debido a que pasan una cantidad significativa de tiempo mirando pantallas, creo que ahora es más necesario que nunca.
En el vasto lienzo de nuestro planeta, ciertos paisajes son testimonio de la belleza natural y no sólo sirven como refugios para la biodiversidad, sino también como santuarios para el espíritu humano. Entre ellos, la región del cañón del río Dolores, en el oeste de Colorado, es un testimonio del poder y la grandeza de los paisajes naturales. A medida que aumenta el apoyo a la protección de este magnífico paisaje como monumento nacional, es imperativo reconocer no sólo la importancia ecológica y cultural de preservar estos lugares, sino también los profundos beneficios que ofrecen a nuestros hijos y a su relación con la naturaleza.
El territorio de Dolores Canyon es rico en diversidad ecológica, recursos culturales e históricos, vistas panorámicas y oportunidades infinitas para explorar y conectarse con la naturaleza. Estas tierras no son simplemente accidentes geográficos, sino depósitos de historia, cultura y nuestro patrimonio natural compartido. Desde los antiguos pueblos ancestrales que alguna vez habitaron estos cañones hasta los exploradores modernos que buscan consuelo en el terreno accidentado, Dolores Canyons se ha entretejido en la estructura de la existencia humana. Sin embargo, su futuro pende de un hilo, atrapado en el fuego cruzado de usos en constante cambio e intereses conflictivos.
En el centro del debate se encuentra la cuestión de la conservación frente a la explotación. De un lado están los que abogan por la preservación de estas tierras, reconociendo su valor intrínseco y los ecosistemas irreemplazables que albergan. Del otro lado están los que ven potencial económico en la explotación de los recursos de la región principalmente a través de la minería, y ven los esfuerzos de conservación como impedimentos para la prosperidad. Sin embargo, en medio de esta discordia, una voz que a menudo se pasa por alto es la de nuestros hijos y su derecho fundamental a heredar un mundo rico en maravillas naturales.
Los niños se sienten atraídos por la naturaleza y se sienten atraídos por sus maravillas con un sentido de asombro y curiosidad. Sin embargo, en el mundo cada vez más urbanizado de hoy, muchos niños se ven privados de interacciones significativas con el mundo natural, confinados en entornos de hormigón sin espacios verdes. Esta desconexión de la naturaleza no solo los priva de los innumerables beneficios para la salud física y mental que ofrece, sino que también erosiona su sentido de responsabilidad hacia el medio ambiente.
Al proteger lugares como la región del Cañón Dolores como monumento nacional, tenemos la oportunidad de revertir esta tendencia y garantizar a nuestros niños el regalo de la naturaleza en su forma más pura. Desde caminatas por senderos escarpados hasta maravillarse con el arte rupestre antiguo, la región del Cañón Dolores ofrece una gran cantidad de oportunidades para el aprendizaje experiencial y la educación ambiental.
Los estudios han demostrado que la exposición a la naturaleza durante la infancia tiene efectos profundos y duraderos en el desarrollo físico, emocional y cognitivo de los niños. El tiempo que se pasa al aire libre no solo promueve la aptitud física y reduce el estrés, sino que también fomenta la creatividad, las habilidades para resolver problemas y la resiliencia emocional. Al proteger lugares como Dolores Canyons, estamos invirtiendo en el futuro de nuestros niños, equipándolos con las herramientas que necesitan para prosperar en un mundo cada vez más complejo.
Además, los lugares protegidos sirven como hábitats vitales para la vida silvestre, lo que garantiza la supervivencia de innumerables especies para las generaciones futuras. La región del Cañón Dolores, con su combinación única de ecosistemas, sustenta una notable variedad de vida vegetal y animal, incluidos ciervos, alces, nutrias de río y borregos cimarrones. Además, el área es el hogar de numerosas especies amenazadas y en peligro de extinción, como el urogallo de Gunnison, el papamoscas saucero del suroeste, el cuco de pico amarillo occidental y numerosas especies de peces sensibles, como el chupador de boca de franela y el cacho de cola redonda.
Más allá de los beneficios tangibles para los niños y la naturaleza, la protección de lugares como Dolores Canyons como monumento nacional conlleva un profundo significado cultural y espiritual. Para las comunidades indígenas, estas tierras son sagradas, imbuidas de siglos de historia, tradición y conexión con la tierra. Al honrar su patrimonio cultural y preservar estos sitios, demostramos nuestro respeto por los pueblos indígenas y su relación profundamente arraigada con el mundo natural.
La creación de un monumento nacional para la región de Dolores Canyons no se trata simplemente de conservar los valores ecológicos, sino de un imperativo moral. Al proteger estas tierras, garantizamos el patrimonio natural de las generaciones futuras y fomentamos el vínculo entre los niños y la naturaleza. Al hacerlo, honramos nuestra responsabilidad como administradores de la Tierra y garantizamos que las maravillas del mundo natural perduren para que todos las disfruten. En un momento decisivo de la historia, elijamos el camino de la preservación, no solo por el bien de nuestros hijos, sino también por el bien del planeta.
Jen Clanahan vive en Denver y es codirectora de Mountain Mamas, una organización estatal sin fines de lucro que trabaja para proteger nuestro aire, agua, clima y tierras públicas para las generaciones futuras.